Los Estados de los Balcanes en la primera mitad del siglo XX

Guerrilleros búlgaros en la Segunda Guerra de los Balcanes (1913)

A principios del siglo XX, toda la región balcánica estaba sometida a una gran tensión por los movimientos nacionalistas surgidos en el siglo XIX y los intereses de las potencias europeas y el Imperio Ruso. Como consecuencia, estallarán una serie de conflictos en la región, al mismo tiempo que determinaran de forma esencial el estallido de las dos guerras mundiales. Posteriormente, formarán parte del bloque comunista durante la Guerra Fría, y algunos territorios sufrirán episodios convulsamente violentos desde los años 90 hasta la actualidad.

El Imperio Otomano

Por una parte, el debilitado Imperio Otomano (1299-1922) se resquebrajaba a finales del siglo XIX. Apodado el enfermo de Europa por el resto de potencias, sufría una crisis interna favorecida por la oleada nacionalista y liberal proveniente de Europa occidental. Al mismo tiempo, se intensificaban las tensiones con otros imperios que disputaban por sus territorios. Poco a poco, sumido en su propia entropía, se fue afianzando un clima potencialmente tenso por el que se desencadenaron diferentes conflictos bélicos.

De esta forma, la región de los Balcanes, bajo control Otomano desde la conquista de Constantinopla en 1453, se enfrentaba a una serie de desafíos y desavenencias multifactoriales. Entre los factores geográficos, destacaba la escasez de una red ferroviaria que conectara todos los territorios del imperio (Europa del este, África y Asia), mientras que económicamente se basaban en una agricultura de subsistencia, con una industria poco rentable y el comercio estaba en manos de extranjeros o turcos no musulmanes, considerados ciudadanos de segunda. Así, para la modernización e industrialización del país, el Imperio Otomano recurría habitualmente a Alemania, con la que fue acumulando una deuda considerable, y en consecuencia, provocando una crisis financiera que debilitó el poder del Estado.

Ejército otomano en la Primera Guerra Balcánica (1912).

En cuanto a los factores políticos, existían dos corrientes antagónicas que luchaban entre sí: por un lado, una corriente modernizadora y progresista que contemplaba Europa como modelo a seguir, y por otro lado, las fuerzas reaccionarias tradicionalistas que se negaban ante cualquier reforma. En un primer momento, se iniciaron una serie de medidas igualitarias en términos jurídicos hacia la ciudadanía y la no discriminación por cuestiones religiosas. Sin embargo, en la práctica no se aplicaron de forma efectiva, y en 1876, con el Sultán Abdul Hamid, quedarían derogadas y el gobierno se inclinaría hacia un autoritarismo personalista.

Además, la política exterior otomana también sufría un desgaste por las tensiones con las potencias europeas y sus intereses en la zona, así como por las constantes guerras ruso-turcas (S. XVI-XX), que le fue arrebatando territorio poco a poco durante doce guerras.

Por último, las tensiones entre el imperio y los incipientes nacionalismos fruto de las guerras napoleónicas (1803-1815), que éste denominó las provincias Ilirias, desató una reacción al invasor a través de los rasgos étnicos, lingüísticos y religiosos, que se consolidarían con las oleadas nacionalistas del la segunda mitad siglo XIX. De este modo, nos encontramos con los nacionalismos griego, rumano y albanés, y por otro lado, el eslavismo, mucho más complejo, que se corresponde con los pueblos eslavos pero muy distintos entre sí por motivos religiosos o lingüísticos como los serbios, búlgaros, croatas y eslovenos.

El Imperio Austro-Húngaro

(editando…)

Crisis en los Balcanes: Primera y Segunda Guerra de los Balcanes

Todas las tensiones anteriores condujeron a la última guerra ruso-turca (1877-1878), que finalizó con el Tratado de San Stefano (1878), en el que se establecían los nuevos territorios para Rusia (Kars y Batum) y la independencia de Rumanía, Serbia y Montenegro. Por otro lado, el tratado establecía mayor autonomía para la Gran Bulgaria y para Bosnia-Herzegovina, como Estados vasallos del Imperio Otomano.

Las potencias europeas, por su parte, estaban estableciendo los límites territoriales de la región, aprobando o deslegitimando independencias y autonomías a su antojo, dentro de los conocidos Sistemas Bismarckianos (1873-1887), que eran acuerdos entre imperios y potencias, muchos de ellos secretos, situando a Alemania en el epicentro de todos ellos. Así, el Tratado de San Stefano fue modificado en algunos términos por presión de Reino Unido y Austria-Hungría a Alemania, a pesar de no haber participado en la guerra. En consecuencia, en el Congreso de Berlín (1878), se introdujeron cambios como la separación de Serbia y Montenegro, la Gran Bulgaria quedó dividida en Bulgaria y Rumelia, y Bosnia-Herzegovina perdieron su independencia, asimiladas por el Imperio Austro-Húngaro. Por su parte, Rusia conservó sus territorios y añadió Besarabia (parte de Rumanía), y Reino Unido se quedó con Chipre.

Las guerras balcánicas

La debilidad turca fue aprovechada también por los países balcánicos, que se unieron en una alianza para liberar la región de Macedonia, codiciada por Grecia, Serbia y Bulgaria, dando lugar a la Primera Guerra Balcánica (1912). De este modo, conquistaron todos los territorios, mientras que Albania consiguió su independencia, aunque no fue reconocida hasta el Tratado de Londres (1913).

Soldados búlgaros a las afueras de Adrianópolis tras su captura (Imperio Otomano, 1912).

Sin embargo, a la hora de repartir el territorio se desencadenaron tensiones entre los aliados que dio pie a la Segunda Guerra Balcánica (1913), en la que Serbia, Rumanía y Grecia se alían contra Bulgaria, ésta es derrotada y devuelve los territorios, pacto que quedará fijado en el armisticio del Tratado de Bucarest (1913).

Primera Guerra Mundial

A principios del XX, toda la región balcánica estaba sometida a una gran tensión por los movimientos nacionalistas del siglo XIX y los intereses de las potencias europeas como Reino Unido, Alemania, Italia, el Imperio Austro-Húngaro y el Imperio Ruso, que se erigió como defensor de los pueblos eslavos. En consecuencia, las tensiones durante este período histórico denominado la Paz Armada, dieron lugar en los Balcanes al inicio de la Primera Guerra Mundial.

El Tratado de Bucarest (1913) no resultó ser plato de buen gusto para nadie. Mientras tanto, en Europa, tras la ruptura de la Realpolitik de Bismarck y la puesta en práctica de la Weltpolitik por Guillermo II (que abandonó por completo la diplomacia bismarckiana y se centró en una política exterior agresiva, imperialista y expansionista), condujeron a las tensiones entre potencias europeas dando lugar a dos alianzas: la Triple Entente fundada por Rusia, Francia y Reino Unido; y por otra parte, la Triple Alianza, formada por Alemania, Austria-Hungría e Italia.

Así, ante este punto de máxima tensión, se produce el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austro-Húngaro, a manos de un nacionalista serbio el 28 de junio de 1914 en Sarajevo. Por su parte, Austria pide tener acceso a la investigación y llevar su propia policía a la zona, pero Serbia lo entiende como una injerencia en su política interior. Austria-Hungría, le da un ultimátum a Serbia, cuyas condiciones eran inaceptables y ésta se niega. Ante la inminente situación de guerra, Alemania le declara la guerra a Rusia y Francia, dando lugar al comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Frente de Serbia durante la Gran Guerra (1915).

En un primer momento, la guerra fue entre Austria-Hungría y Serbia. Más adelante, Bulgaria se unió a la Triple Alianza y también lo hizo el Imperio Otomano, pues le temía más al Imperio Ruso que a Austria-Hungría. Por otro lado, Serbia, Montenegro y Grecia se alinearon con la Triple Entente (más adelante denominados los Aliados).

Con el Tratado de Corfú (1917), en 1918 se proclamó el Reino de Yugoslavia, que reunió los territorios de Eslovenia, Serbia, Croacia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina, dando por satisfechas las aspiraciones del nacionalismo paneslavo.

Con el Tratado de Lausana (1923), el Imperio Otomano llega a su fin y se crea el nuevo Estado de Turquía, que perdió todo su territorio en los Balcanes.

Periodo de entreguerras: de la democracia a la dictadura

Una vez establecidos los acuerdos de paz de la Primera Guerra Mundial, los Balcanes, influenciados por el liberalismo, instauran regímenes democráticos que fueron acompañados de una gran prosperidad económica. No obstante, el crack del ’29 supuso un giro desalentador para esta región, de carácter conservador y autoritario.

Bulgaria, tras la instauración de la democracia (1919), se convirtió en un régimen dictatorial de corte comunista (o más bien soviético) bajo el mando de Stambolinski, que tuvo como consecuencia un golpe de Estado en 1923 por la burguesía, estableciendo una dictadura bajo la fachada de una democracia conservadora. Finalmente, con la crisis económica de 1929, el Ejército junto con el Rey Boris III, dieron un golpe de Estado instaurando una dictadura fascista en 1934, que quedó bajo la órbita del Tercer Reich a partir de 1938.

La República de Albania, acabó sometida al gobierno personalista de Ahmet Zogu, que con el fin de conseguir financiación firmó el Pacto de Tirana (1926), convirtiéndose en un protectorado de la Italia de Mussolini que a finales de los años 30 se había convertido en su Estado títere de marcada ideología fascista.

En el caso del Reino de Rumanía, se estableció una monarquía constitucional. Este país, al estar en el bando de los vencedores, obtuvo grandes beneficios derivados de los acuerdos de la Paz de París (1919), lo que supuso una etapa de gran prosperidad económica e industrialización. En cuanto a la política, conservadores y liberales se turnaban pacíficamente hasta la muerte del Rey Fernando (1927) y el crack del 29, que dio lugar a una fuerte polarización política entre comunistas y fascistas. Esta tensión culminó con el golpe de Estado por la Guardia de Hierro y Carlo II, estableciendo un régimen fascista aliado de la Alemania nazi.

Grecia, por su parte, estuvo sujeta a un periodo realmente convulso. Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, tuvo unos enfrentamientos con Turquía, puesto que se negaba a aceptar el Tratado de Sevres (1920), estallando una guerra entre ambos países (1921-1922). Grecia fue derrotada y esto originó revueltas en su interior, que terminaron por generar varias abdicaciones e instauraciones de repúblicas y monarquías, que por temor al comunismo, concluyeron en un golpe de Estado a manos del General Metaxas instaurando una dictadura fascista (1936), conocida como el Régimen del 4 de agosto, que finalmente adoptó el nombre de Tercera Civilización Helénica.

Metaxas tras la disolución del Parlamento griego (1936).

El caso de Yugoslavia encierra en sí misma una gran complejidad. En un primer momento, se crea el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos bajo la monarquía del rey Alejandro I, que fijaría sus fronteras con el Tratado de Rapallo (1920). Se estableció la Constitución de Vidovdan (1921), en el que se creaba un Estado centralista que dividía el territorio en 33 distritos, lo cual generó un alto descontento entre los federalistas. A su vez, existía una supremacía del pueblo serbio, lo cual generó desagrado entre eslovenos y croatas, forjando sentimientos nacionalistas. Además, aumentaron las protestas del campesinado exigiendo una urgente reforma agraria. Todas estas tensiones dan lugar a la disolución del Parlamento y la instauración de una monarquía autoritaria, dando lugar al Reino de Yugoslavia. Más adelante, la crisis económica de 1929 generaría más tensiones, sobre todo de índole nacionalista, que se dividen en tres vertientes nacionalistas: los nacionalismos étnicos (croata, esloveno, bosnio), un nacionalismo estatal fascistoide para unificar el sentimiento identitario al Estado de Yugoslavia y un nacionalismo de corte puramente fascista, como los croatas de Ustacha. Finalmente, en 1939, se produce el acuerdo de Sporazum, por el que se pretendía crear un estado federal y conceder la autonomía de Croacia, acuerdo que jamás se ejecutó con la llegada de la Segunda Guerra Mundial.

La Segunda Guerra Mundial

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se abrió un frente en los Balcanes con la invasión de Mussolini en Grecia, aunque esta campaña resultó ser un fracaso y Hitler tuvo que intervenir garantizando el control de todo el territorio.

A partir de 1944, el rumbo de la guerra empezó a cambiar, la resistencia partisana comunista, junto con el avance del Ejército Rojo, consiguieron vencer a las tropas fascistas y nazis.

Bulgaria, como aliada de las potencias del Eje, no participó activamente en la guerra pero su territorio fue clave para los movimientos en la zona para la Alemania nazi. No obstante, en 1943 tras la muerte de Boris III y la debilidad que empezó a mostrar el Ejército nazi, la resistencia antifascista de corte comunista (Frente de la Patria) comenzó a cobrar fuerzas, recuperando el control del territorio en 1944 y sumándose a los Aliados. A pesar de eso, una vez finalizada la guerra fue tratada como un país vencido y tuvo que pagar reparaciones a Yugoslavia y la URSS.

Albania, por su parte, quedó dividida en medio de la contienda en dos bloques: los partidarios de Zogu y la resistencia antifascista. En 1944, fue recuperada por los partisanos antifascistas del Partido Comunista de Albania tras luchar contra la ocupación nazi y los partidarios de Zogu.

Rumanía participó activamente en la guerra junto a las potencias del Eje, su territorio fue fundamental para el control de los Balcanes y la ocupación de Grecia y otros territorios. Aunque a final de la guerra cambió de bando, tuvo que pagar reparaciones de guerra a la URSS y cederle los territorios de Besarabia y Bucovina.

Grecia, a pesar de ser ocupada en 1940 por los italianos, logró un contraataque llegando a ocupar Albania, cuya situación fue intolerable para Hitler, quien desplazó sus tropas para ocupar todo el territorio. Cuando los alemanes se retiraron en 1944, la guerrilla comunista se hizo con el poder y se iniciaron una serie de enfrentamientos entre el Ejército Nacional Popular de Liberación (ELAS) y el Ejército Griego Nacional Republicano (EDES). El conflicto fue resuelto por la intervención británica, conteniendo a los comunistas y estableciendo un acuerdo, denominado el Acuerdo de Varkiza (1945), para celebrar un plebiscito que diese lugar a una nueva Constitución.

Yugoslavia, en un principio fue aliada de las potencias del Eje, pero el Ejército serbio se mostró contrario a los alemanes y derrocaron al Príncipe Pablo. Hitler, se tomó este suceso como algo personal, lo que condujo a la invasión de Yugoslavia en 1941 y pasó a formar parte del III Reich. Croacia, se erigió como país independiente liderado por los ustacha, que llevaron a cabo un genocidio contra el pueblo serbio. Los territorios de Serbia y Bosnia-Herzegovina fueron repartidos por alemanes, italianos, búlgaros y austrohúngaros. Más tarde, Albania y Montenegro fueron incorporadas a Italia. Finalmente, la fuerza de liberación comunista, representada por los partisanos liderados por Tito, liberaron Belgrado en 1944.

Conclusiones

Los Balcanes son una zona estratégica codiciada tanto por potencias europeas como por Rusia, lo cual desencadenó diversas tensiones y conflictos armados a lo largo de la primera mitad del siglo XX, siendo el escenario del estallido de Primera y la Segunda Guerra Mundial. Los Balcanes son conocidos popularmente como el polvorín de Europa, debido a los hechos que han golpeado a los distintos países y ser la mecha que enciende la llama.

Así, todos los países de la región se vieron arrastrados por la trayectoria y la ambición de grandes potencias e imperios, dando lugar a una gran inestabilidad política y social, a menudo intensificada por conflictos étnicos y nacionalistas.

La jerarquía y relación de poder entre naciones ha jugado un papel fundamental, en puro contexto del Imperialismo, del auge y supremacía nacionalista y de una carrera armamentística sin precedentes, determinada por la consolidación del capitalismo financiero y la industrialización. El liderazgo de unas potencias sobre otras, o de unos movimientos o ideologías políticas sobre otras, al mismo tiempo fomentó la polarización social y política, que como consecuencia ha tenido millones de muertos y una herencia violenta brutal, que se verá reflejada a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Bibliografía

Briggs, A., & Clavin, P. (2000). Historia contemporánea de Europa 1789-1989. Grupo Planeta (GBS).

Kohn, H. (1984) Historia del nacionalismo. Fondo de Cultura Económica, Madrid.

Palmer, R. y Colton, J. (1980). Historia Contemporánea. Akal, Madrid.

Sabine, G. H. (2017). Historia de la teoría política. Tecnos, Madrid.

Este artículo ha tomado como referencia el Tema 46 del temario de oposiciones de Geografía e Historia.

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